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Cuando los niños son muy pequeños es normal que se hagan pis, sin ellos poder controlarlo. Esto sucede porque el proceso de orinar requiere una correcta y sincronizada coordinación entre músculos y sistema nervioso, que los peques a tan corta edad no han desarrollado. Dicha coordinación se alcanza de manera completa alrededor de los 4 o 5 años de vida, pudiendo así controlar mejor sus ganas de orinar. Desafortunadamente, hay algunos casos en los que superada esta barrera de edad, el niño sigue sin poder contener la orina y es debido a que estamos en presencia de enuresis infantil.
Es básicamente no poder controlar las ganas de orinar, en especial durante la etapa de sueño nocturno, en la que algunos peques con la suficiente edad para regular su micción, terminan mojando la cama. Según estadísticas recientes, en España este problema afecta alrededor de 500 mil niños, en su mayoría varones. En los casos más extremos puede llegar a prolongarse y perdurar hasta la adolescencia.
Son muchas las razones que pueden provocar este incómodo padecimiento. Se puede hablar de unas cuantas de ellas, desde las que son de tipo físico hasta las psicológicas.
Entre las principales de tipo físico están: retraso en la maduración de la vejiga, demora en el desarrollo del sistema nervioso central, factores genéticos o hereditarios, problemas en la producción de la hormona antidiurética, algún tipo de trastorno en el tracto urinario inferior o disminución del tono muscular.
Por otra parte, los factores psicológicos, emocionales y conductuales tienden a ser, en muchas ocasiones, los grandes responsables de la incontinencia urinaria involuntaria. Toda situación o evento que genere mucho estrés, angustia, tensión o temor en el niño, como por ejemplo: un divorcio, la muerte de un familiar, acoso escolar, cambio de ciudad, nacimiento de un hermano puede iniciar este problema.
Los niños que sufren de enuresis viven con el constante temor de exponerse a la burla de sus compañeros. Es normal que no se animen a quedarse a dormir en casa de alguno de sus amigos o irse de campamento con otras personas que no sean su familia directa, para evitar que se descubra el problema.
Esta incontinencia urinaria genera baja autoestima y poca autoconfianza en los peques, lo cual les dificulta la labor de socializar, ya que ellos mismos se excluyen por miedo al ridículo y la vergüenza. Además, afecta la calidad de su sueño, ya que las continuas micciones nocturnas hacen que se despierten con facilidad y esto es solo por nombrar algunos efectos adversos.
Es importante que los padres no culpen ni le reprochen al niño por mojar la cama; eso solo empeora la situación.
Si el peque tiene cinco años y aun se orina en la cama haciendo evidente su dificultad para poder controlarse, debe ser llevado con un especialista o psicólogo infantil para darle un correcto diagnóstico y solucionar el problema.