Muchas personas utilizan estos 3 términos como si significasen lo mismo, aunque no es así. Es importante que los utilicemos adecuadamente y comprendamos exactamente lo que queremos decir: y es que solo así sabremos a lo que nos enfrentamos y como solucionarlo.
Vamos a estudiar los 3 conceptos en detalle:
La ansiedad la podemos definir como un miedo que se genera en nuestro organismo y que dura más de unas milésimas de segundos. Algunos de los síntomas que definen la ansiedad son la dificultad para respirar, aceleración del pulso, dolor de cabeza, sudoración, etc.
Para tratar la ansiedad, podemos probar con:
Aunque la ansiedad no es una reacción patológica, lo cierto es que su umbral se puede incrementar de forma considerable, hasta convertirse en pánico.
Hablaremos de pánico cuando tenemos miedo a perder el control en ciertas situaciones, incluso a morirnos. A nivel psicofisiológico lo que ocurre es que existe un descuadre en ciertas reacciones físicas que distorsionan la sensación de peligro. El afectado intenta controlar estas reacciones, pero lo cierto es que se centra más en el control de los síntomas de la ansiedad y esto hace que el pánico acabe ganando la batalla.
Una reacción natural del cuerpo es intentar evitar el pánico, pero esto no hará otra cosa que evitar el problema.
Es muy fácil pasar de la ansiedad al miedo, y viceversa.
Aquí tienes algunos consejos para controlar un ataque de pánico:
Aquí es donde más confusión suele haber, y es que la mayoría de las personas confunden la ansiedad con la angustia.
Definimos la angustia como un estado de expectativa negativa ante ciertos eventos que pueden suceder en el futuro. El afectado no solo adopta una actitud pesimista probable, sino que piensa, con toda certeza, que las cosas van a ir a peor, y que no podrá hacer nada para revertir la situación. En otras palabras: se tiene la percepción de que tenemos que luchar ante una determinada situación, pero no podemos, o no sabemos cómo hacerlo.
Una persona que se sienta angustiosa pensará que está pagando una especie de condena de la que no puede escapar. También se sentirá impotente, y esto hará que tenga una cierta predisposición a padecer de cuadros depresivos.
Algunos de los síntomas más comunes de la angustia son: estado depresivo, opresión continuada, alteración del suelo y efecto psicosomáticos.
Para combatir la angustia, puedes probar con:
Si no consigues contrarrestar los síntomas de la ansiedad, los ataques de pánico, o la angustia, será el momento de acudir a ver a un profesional. El experto se encargará de estudiar tu situación y de iniciar un tratamiento para que aprendas las claves que usarás para corregir los problemas, mejorando así tu calidad de vida.